No hablo tan bien como pienso que escribo…
Lo sabes, ¿verdad?
Mi sinceridad no connota su totalidad en mi voz, sino en mi
pensamiento,
Entonces léeme. Léeme en voz baja, como un susurro.
Dame la personalidad necesaria en estas palabras para verme
como un genio dormido esperando la omnipotencia de tu roce.
Dime: ¿Te aburren mis incoherentes álter egos que no te
soportan lejos, Y hacen de mí un bufón a tu criterio?
Dime: ¿Te resulto lastimosamente poco para la búsqueda
empírica que emprendes hacía tus adentros, pasando por un inframundo reinado por
tú suprimida fe? ¿Me vez desde un piso más arriba? ¿Ves algo? ¿Qué ves? – No lo
he podido saber. ¡Dime qué ves!
Comparte conmigo la mitad de tu comedor, dame la mitad de
eso que tanto te gusta, o dime: ¿Te hago menos si engendro en ti ganas de vomitar
fonéticamente parte de todo eso que entero te tragas?
Y si escucho algo de lo que callas… ¿te quito privacidad? O ¿me
dejas solo dividirte las penas a punta de creativos algoritmos oriundos de mi ser, un
valle selvático, lleno de naturalidad, honradez, veracidad, lealtad hacia ti?
Déjame quedarme, ¿intentamos? – Bueno, de una forma menos
convencional, menos dogmática pero igual honesta, igual pudiente de confianza
(dice para sí misma mi consciencia, mi voz interna. Esa que pide a desgarrados
besos que le tengas paciencia al yo indeciso, miedoso, inseguro de sí, de descuidar,
malograr, malgastar, desperdiciar, desaprovechar tu fuente, tu presencia, tu
amor y los frutos, los frutos que en mí dejas.)
Dime: ¿Me darías, de las dos almohadas de tu cama, la más
abollonada? ¿Me entregarías de dos copas de vino, la más llena entre ambas? ¿Gratificarías
mi cuerpo frío dándome por iniciativa el primer abrazo de la noche, aunque tú
seas quién muera helada?
Te amo. Dime: ¿Lo sientes? ¿Lo crees? ¿Qué sientes? ¿Qué
crees?
Mi sinceridad no connota su totalidad en mi voz, sino en mi
pensamiento,Entonces léeme. Léeme en voz baja, como un susurro, siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario