jueves, 15 de diciembre de 2011




Abonanzó y salieron a navegar...

Ella y la noche

La luna sintió miedo, pues eran juntas su amor envuelto en perfección

No tuvo más remedio que quedarse ahí, con titulo de espía

Viendo cómo las almas les brillaban claramente en función de su pura luz

Sintió la fragancia de una magia única, exquisita y deseó cantar

Cantarle al amor y a sus criaturas nocturnas

Sirenas grises con destellos épicos acompañaron la romántica velada

Sus arpas marinas parecían gritar por sexo y orgasmos inesperados

La enigmática mujer casi al borde de venirse en el mar

Se sentía desde sus entrañas poseída

Sus movimientos exultantes hicieron que las olas perdieran el control

Un viento envidioso de un amanecer aproximándose la llevó a sumergirse en aquellas olas tibias

El rosar de sus senos simétricos con aquel aire fresco exaltó su momento frenético

Ella imparable, abrazada por su lujuria y estimulada por la locura que aquellos entes le profesaban a su hermosura, dejo llevarse…

No hubo tiempo para pensar en su mortalidad fatal

A punto del éxtasis, vista solo desde las profundidades del mar y la distancia de las nubes

Le entregó su alma al cielo negro aguantando su ultimo respiro de oxigeno.

La noche tendida en su esplendor calló muerta después de expresar tan inmenso placer…

Y la luna no quiso perder su tan inmenso amor lésbico (aquella mujer con cabello de oro, parecía que le hubiera robado los ojos al sol) Incluso cuando para el mar y su noche ya no era más que materia en descomposición, ella bajó al ras de la marea y allí extendió sus pálidos brazos recogiendo absurda belleza perdida en diminutas partículas de agua y sal…

Casi hipnotizada por contemplar su atesorada figura mundana, la luna más que estando… Sintiéndose para entonces completamente llena, Se oculto buscando su rumbo al oeste.

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